RASGOS SUPRASEGMENTALES |
CARACTERIZACIÓN DE LOS SUPRASEGMENTOS
La prosodia.
Tras
caracterizar, tanto articulatoria como acústicamente, los segmentos del
lenguaje, corresponde ahora caracterizar los fenómenos fonético-fonológicos que
no pueden segmentarse como los fonemas, porque actúan simultáneamente sobre más
de un segmento (al menos sobre la sílaba). Estos fenómenos reciben el nombre
de suprasegmentos y son tres: el acento, el tono (o la
sucesión de ellos, es decir, la entonación) y la duración (o cantidad).
El conjunto de estos tres elementos suprasegmentales se denomina prosodia.
1. Introducción: fonemas y prosodemas.
La fonología realiza una división entre
los fonemas (o fonemas segmentales) y los prosodemas (o
suprasegmentos), como el acento, la cantidad y la entonación.
Entre segmentos y suprasegmentos hay una diferencia
de clase que resulta a priori evidente: los fonemas son segmentables, uno a
uno,1 mientras que los prosodemas
afectan o pueden afectar conjuntamente a varios. Sin embargo, en la realización
de los suprasegmentos intervienen índices acústicos y articulatorios que
también están presenten en la realización de los segmentos:
1.
La vibración de las cuerdas vocales es la fuente de
sonoridad de los segmentos sonoros, y también del movimiento del tono
fundamental que puede utilizarse en la distinción de las palabras (tono) o de
oraciones (entonación).
2.
Todo segmento tiene una dimensión temporal, es
decir, una duración. Ésta, además, puede desempeñar, en determinadas lenguas,
una función distintiva.
3.
Todo segmento, al realizarse, ha de tener alguna
intensidad. Ésta, además, puede desempeñar en algunas lenguas una función
distintiva (acento).
Así pues, "los mismos índices articulatorio y
acústicos están presentes en los segmentos y en los suprasegmentos: en los
primeros, los mencionados índices conforman determinados rasgos que son
inherentes a cada fonema, y sólo a él; en los suprasegmentos, el rasgo
prosódico afecta, normalmente, a más de una fonema (sílaba, palabra,
oración)" (QUILIS: 1993, 386).
Lo anterior muestra las semejanzas entre segmentos
y suprasegmentos. Pero entre esos dos elementos hay también una diferencia de
grado, que hace que haya que considerarlas como unidades distintas. La
diferencia entre dos fonemas no es gradual. Por ejemplo, /p/ se diferencia de
/t/ en que una es labial y otra dental. Y o es una o es otra. De igual manera,
/p/ se diferencia de /b/ por el rasgo de sonoridad. Y un sonido es sonoro o no
lo es.2 Por su parte, el acento, por
ejemplo, es gradual: una vocal átona tiene más "fuerza" que una
átona, pero no posee ninguna cualidad distinta.
Por último, existe una tercera razón para
distinguir los segmentos y los suprasegmentos como pertenecientes a dos clases
separadas: la función lingüística.
1.
La función de los fonemas es distintiva: son
unidades que en un contexto dado se excluyen mutuamente (/'pipa/ - /'pepa/ - /'papa/
- /'popa/ - /'pupa/).
2.
La función de los suprasegmentos es contrastiva, ya
que no pueden alternar en el mismo contexto. En la oposición
"amo-amó" lo distintivo es el esquema acentual /'_ _ / frente a /_
'_/, pero no el acento en sí. El suprasegmento necesita la presencia
contrastante de su opuesto en la misma secuencia.
El acento es un rasgo suprasegmental que recae
sobre una sílaba de la cadena hablada y la destaca o realza frente a otras no
acentuadas (o átonas).
Esta prominencia silábica se ha solido interpretar
tradicionalmente como reflejo de intensidad; por eso, se ha solido hablar de
"acento de intensidad". La realidad, sin embargo, es más compleja: la
prominencia resulta de la conjunción de varios factores articulatorios:
1.
Una mayor fuerza espiratoria, que genera una mayor
intensidad.
2.
Una mayor tensión de las cuerdas vocales, que
genera una elevación del tono fundamental.
3.
Una mayor prolongación en la articulación de los
sonidos, que supone un aumento de la duración silábica.
Así pues, la sílaba tónica, habitualmente, es más
intensa, más alta y más larga que las sílabas átonas adyacentes. En español, el
índice acústico primario del acento es el tono, aunque los otros dos índices
(intensidad y duración) también colaboran en la acentuación, en proporciones
variables.
La mayoría de las palabras poseen una sílaba tónica
y otra u otras átonas. Sólo algunos monosílabos pueden considerarse palabras
átonas. Cuando las palabras son más largas, una sílaba posee el acento
principal y otra el acento secundario. Dentro de una frase, el último
acento principal se denomina acento de frase.
En cuanto a la posición que la sílaba acentuada
ocupa dentro de la frase, algunas lenguas son de acento libre, es decir,
no hay manera de prever en qué sílaba recae el acento; otras, por el contrario,
son de acento fijo, es decir, la posición del acento es siempre
previsible.
§ Un
ejemplo del primer tipo es el inglés, donde pueden encontrarse formas como
"accent", que significa una cosa u otra según la posición del acento:
significa 'acento' cuando lleva el acento en la primera sílaba y 'acentuar'
cuando lo lleva en la segunda.
§ Un
ejemplo del segundo tipo lo constituye el francés, donde prácticamente todas las
palabras son agudas.
§ Muchas
lenguas no corresponden exactamente a ninguno de esos dos tipos; por ejemplo,
el español es de acento libre (pueden incluso presentarse oposiciones del tipo
"cántara / cantara / cantará"), pero tiene una marcada tendencia hacia
la acentuación llana (casi el 80% de sus palabras se acentúan en la penúltima
sílaba).
En las distintas lenguas del mundo, el acento puede
tener las siguientes funciones lingüísticas:
1.
Contrastiva: distingue sílaba tónicas/átonas en el
eje sintagmatico. Ej.: "El libro es de él".
2.
Distintiva: distingue unidades en el eje
paradigmático (en lenguas con acento libre). Ej.:
"amo"/"amó".
3.
Demarcativa: en lenguas de acento fijo, señala los
límites de las unidades en la secuencia. Ej.: el final de una palabra en turco.
4.
Culminativa: en las lenguas de acento libre, señala
la presencia de una unidad acentual, sin indicar sus límites.
La entonación es uno de los componentes más
complejos de una lengua. Se ha definido de muchas maneras, dependiendo
básicamente del interés de cada autor: por el tono fundamental, por una
conjunción de parámetros acústicos (tono, acento y duración, primordialmente),
por su función lingüística, etc.
QUILIS (1993, 410) define la entonación como
"la función lingüísticamente significativa, socialmente representativa e
individualmente expresiva de la frecuencia fundamental en el nivel de la
oración".
La entonación, como todo enunciado lingüístico,
presenta una sustancia y una forma. La sustancia es un continuum en
el que hay que delimitar las unidades de entonación, de modo que se obtengan
elementos discretos para establecer así sus patrones melódicos y la naturaleza
de sus elementos.
Entre el nivel de la sustancia y el nivel de la
forma, nos encontramos con toda una serie de niveles o grados de abstracción,
elegidos arbitrariamente por el investigador según el fin que se proponga.4
Desde el punto de vista articulatorio, el tono
depende básicamente de las cuerdas vocales: de su longitud, su grosor su
tensión.5 De estos tres factores, el
hablante sólo puede modificar el tercero: durante la fonación, tensando más o
menos las cuerdas vocales, variamos el tono fundamental de nuestra voz.6
La frecuencia del fundamental depende, básicamente,
de las vibraciones de las cuerdas vocales; pero, además, hay una serie de
factores fonéticos que la condicionan:
1.
Existe una relación entre la cualidad o el timbre
de la vocal y la altura relativa de su frecuencia fundamental, de modo que las
vocales más altas /[i], [e]) tienen un tono fundamental más elevado.7
2.
Las frecuencias fundamentales más altas aparecen
después de las consonantes sordas, y las más bajas, tras las consonantes
sonoras.
3.
Además del tono fundamental, la duración y la
intensidad también intervienen en la producción y la percepción de la
entonación.8
Según la utilización lingüística del tono, las
lenguas se dividen en tonales y entonativas:
1.
Las lenguas tonales utilizan los tonos
para distinguir significados. Cumple, pues, una función distintiva en el
léxico. Por ejemplo, el chino, el tailandés.
2.
Las lenguas entonativas utilizan la
sucesión de tonos, es decir, la curva melódica de la entonación, no ya para
distinguir significados léxicos, sino para modificar significaciones
secundarias (expresividad, intencionalidad, etc.).9 Cumple, pues, una función
expresiva en la frase. A este tipo de lenguas pertenecen todas la románicas.
La duración es también un fenómeno segmental,
puesto que cada sonido posee una duración propia. Así por ejemplo, es sabido
que la fricativas son más largas que las oclusivas, que las sordas son las más
largas que las sonoras, etc.
Algunas lenguas poseen pares de fonemas en función
de la duración. Por ejemplo, el italiano distingue entre ciertas consonantes
breves y largas o "dobles". El latín clásico distinguía entre vocales
breves y largas.
Articulatoriamente, la duración se basa en el
mantenimiento por más o menos tiempo de una determinada configuración
articulatoria. Por el fenómeno de la coarticulación, dicha configuración (y,
consiguientemente, la duración) se ve alterada en función del contexto.
Como elemento suprasegmental, tanto las sílabas
tónicas como las pertenecientes al tonema suelen ser más largas.
Notas.
Aunque puede argüirse que el
fenómeno de la coarticulación dificulta, a veces extraordinariamente, la
labor de segmentación fonemática.
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Se puede argumentar, no
obstante, que estas diferencia son graduales: entre dos zonas articulatorias
siempre cabe distinguir puntos intermedios; hay sonidos con una sonoridad
parcial, etc. Tal vez el ejemplo mejor para observar lo que de
"gradual" tienen las oposiciones fonológicas es el vocalismo.
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Tan variables son las
proporciones en que los tres índices colaboran en la construcción del acento
en español, que, de hecho, no hay unanimidad entre los diversos autores a la
hora de jerarquizar su importancia, aunque la más jerarquización más habitual
es tono-duración-intensidad.
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Unos distinguen entre tonos
ascendentes, descendentes y suspensivos; otros distinguen también
ascendentes-descendentes, descendentes-ascendentes, etc.; otros establecen
una compleja tipificación de las posibles variaciones del fundamental; otros
predeterminan una serie de niveles tonales; etc. Por otra parte, unos se
fijan únicamente en la parte final de la curva; otros examinan con la misma
atención toda la curva; otros hacen hincapié en la relación entre la curva
melódica y los acentos léxicos. La variedad de enfoques, en fin, es
abrumadora. Y no hay un acuerdo acerca de las unidades básicas de la
entonación.
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Lo mismo sucede con los
instrumentos musicales. Pensemos en cualquier instrumento de cuerda: el tono
de una nota depende del tipo de cuerda (material y grosor), de su longitud
(que el instrumentista hace variar constantemente) y de su tensión (que se
modifica cuando el instrumentista "afina" las cuerdas con los
trastes).
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La gama frecuencial en la que
el hablante puede hablar cómodamente, sin forzar su voz para conseguir tonos
más graves o más agudos, se denomina tesitura, término que la
fonética ha adoptado de la música.
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Según LEHISTE-PETERSON (1961),
el tono medio de una [i] es de 183 Hz., en tanto que el de una [u] es de 170
Hz.
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Por ejemplo, puede darse el
caso de que, en ocasiones, un ligero descenso del tono fundamental se perciba
como suspensión o incluso como ascenso, si va acompañado de una elevación de
la intensidad.
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En las lenguas románicas, la
significatividad de la curva entonativa o melódica reside principalmente en
su tramo final, a partir del último acento léxico. Esta porción melódica,
denominada tonema, puede ser descendente, suspensiva o ascendente.
Foro: Caracterización de los Suprasegmentos.
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La prosodia es una rama de la lingüística que
analiza y representa formalmente aquellos elementos de la expresión oral tales como
el acento, los tonos, la entonación y la duración. La prosodia trata la manifestación concreta en la
producción de las palabras. Desde el punto de vista fonético-acústico, la
variación de la frecuencia fundamental, la duración y la intensidad que
constituyen los parámetros prosódicos físicos. La prosodia cumple una
función clave en la organización e interpretación del discurso y, además,
transmite información emotiva, sociolingüística y dialectal.
Es importante
destacar que, la fonología realiza una división entre los fonemas (o fonemas segmentales) y los prosodemas (o
suprasegmentos), como el acento, la cantidad y la entonación. Para distinguir
los segmentos y los suprasegmentos como pertenecientes a dos clases separadas:
la función lingüística, la función de los fonemas
es distintiva: son unidades que en un contexto dado se excluyen mutuamente
(/'pipa/ - /'pepa/ - /'papa/ - /'popa/ - /'pupa/). La función de los suprasegmentos es contrastiva, ya que
no pueden alternar en el mismo contexto. En la oposición "amo-amó" lo
distintivo es el esquema acentual /'_ _ / frente a /_ '_/, pero no el acento en
sí. El suprasegmento necesita la presencia contrastante de su opuesto en la
misma secuencia.
Se describen a
continuación los rasgos suprasegmentales:
El acento es un rasgo suprasegmental que recae sobre una
sílaba de la cadena hablada y la destaca o realza frente a otras no acentuadas
(átonas), partiendo de la conjunción de varios factores
articulatorios: Una mayor fuerza
espiratoria, que genera una mayor intensidad, una mayor tensión de las cuerdas vocales, que genera una elevación del
tono fundamental y Una mayor
prolongación en la articulación de los sonidos, que supone un aumento de la
duración silábica.
El acento
es la sensación perceptiva encargada de realizar el contraste entre sílabas fuertes (tónicas) y sílabas débiles (átonas) mediante la modulación del tono,
la duración y la intensidad. Su función principal es la de agrupar una serie de
sonidos en unidades mayores que reconocemos como palabras. La sílaba tónica,
habitualmente, es más intensa, más alta y más larga que las sílabas átonas
adyacentes. En español, el índice acústico primario del acento es el tono,
aunque los otros dos índices (intensidad y duración) también colaboran en la
acentuación, en proporciones variables. El acento puede ser distintivo por la diferencia de
significados, como los rasgos fonológicos pertinentes, caso del español y el catalán, o
puedes ser demarcativo porque
establece el límite entre unidades léxicas, por ejemplo en francés todas las
palabras son agudas, y en checo todas las palabras se acentúan en la primera sílaba.
El tono y la entonación, la entonación es la función lingüísticamente significativa,
socialmente representativa e individualmente expresiva de la frecuencia fundamental
en el nivel de la oración. También puede definirse como la
variación de la altura tonal de la voz con que se pronuncia un enunciado. Desde el punto de vista
articulatorio, el tono depende
básicamente de las cuerdas vocales: de su longitud, su grosor su tensión y La frecuencia fundamental depende, básicamente,
de las vibraciones de las cuerdas vocales.
Según la
utilización lingüística del tono, las lenguas se dividen en tonales y
entonativas: Las lenguas tonales utilizan
los tonos para distinguir significados. Cumple, pues, una función distintiva en
el léxico. Por ejemplo, el chino, el tailandés. Las lenguas entonativas utilizan la sucesión de tonos, es
decir, la curva melódica de la entonación, no ya para distinguir significados
léxicos, sino para modificar significaciones secundarias (expresividad,
intencionalidad, etc.). Cumple, pues, una
función expresiva en la frase. A este tipo de lenguas pertenecen todas las
románicas.
La duración corresponde al tiempo que se mantienen las vibraciones
producidas por un sonido. Éste parámetro está relacionado con el ritmo. Dicho parámetro viene representado en la onda por los
segundos que éste contenga. Se trata de una de las cuatro cualidades esenciales
del sonido articulado junto con la altura, la intensidad y el timbre. Así por ejemplo, es sabido que las
fricativas son más largas que las oclusivas, que las sordas son las más largas
que las sonoras, etc.
El ritmo, es un rasgo prosódico determinado
por la distribución de acentos y de pausas, así como por los fenómenos de
duración en general.
El timbre es la
fisonomía particular del sonido, según la naturaleza y forma del instrumento
que lo produce. Por el timbre distinguimos la voz de las personas
conocidas y la clase de instrumento que se toca.
En este
orden de ideas puedo inferir que, los rasgos suprasegmentales deben ser
estudiados minuciosamente al momento de caracterizar los aspectos fonéticos y
fonológicos en el ser humano de acuerdo al contexto situacional del mismo, con
el fin de determinar sus particularidades en el habla y el lenguaje.
Foro de Aportaciones : Artículo “Habilidades fonológicas suprasegmentales y desarrollo lector en niños de educación básica primaria”.
Les
comparto este articulo sobre “Habilidades fonológicas suprasegmentales
y desarrollo lector en niños de educación básica primaria”.Habilidades fonológicas suprasegmentales y desarrollo lector en niños de educación básica primaria.
Este estudio analiza las relaciones entre las
habilidades suprasegmentales y el desarrollo lector en 92 niños españoles de 5o de Educación Primaria. Se tomaron medidas de
vocabulario, conciencia fonológica y habilidades suprasegmentales (conciencia
del acento en palabras y pseudopalabras, nombres compuestos y ritmo no
lingüístico) así como de lectura de palabras y comprensión lectora. Los
resultados muestran que las habilidades suprasegmentales predicen un porcentaje
significativo de la varianza en las habilidades lectoras, una vez controlada la
influencia de la conciencia fonológica y del vocabulario. Además, las
diferentes habilidades prosódicas (conciencia prosódica a nivel léxico, métrico
y ritmo no lingüístico) presentan distintos patrones de relación con las
habilidades lectoras.
En su conclusión, indican que, los hallazgos
encontrados demuestran que las habilidades prosódicas son una importante base
del desarrollo lector. No obstante, aunque las medidas de la fonología
suprasegmental están relacionadas entre sí, contribuyen de forma diferente según
los componentes de la lectura. Estos resultados conllevan ciertas implicaciones
prácticas, entre ellas, la intervención centrada en aspectos prosódicos podría
favorecer la adquisición de la habilidad lectora, tanto para los niños con
desarrollo típico pero, en particular, para los niños que presentan problemas
de comprensión; de ese modo, el entrenamiento de las habilidades prosódicas
abre un necesario y nuevo campo de estudio. Por otra parte, la evaluación de
las habilidades prosódicas podría ofrecer un indicador temprano de posibles
dificultades lectoras.
Artículo para la Revista Digital: Características suprasegmentales en los diferentes tipos de trastornos del habla y del lenguaje.
LAS CARACTERÍSTICAS SUPRASEGMENTALES EN DISTINTOS TIPOS DE TRASTORNOS
DEL HABLA Y DEL LENGUAJE.
Daniel Alberto Jaraba Iriarte
Fonoaudiólogo
Estudiante Maestría en Patologías del habla y del lenguaje
Universidad Especializada de las Américas
INTRODUCCIÓN
Al hablar producimos
segmentos sonoros (fonemas) y los estructuramos unos a otros en una cadena
silábica, a esta cadena le agregamos también información de otro tipo, que le
da matices semánticos; dicha información solo puede ser dada por la prosodia.
La prosodia es una rama
de la lingüística que
analiza y representa formalmente aquellos elementos de la expresión oral tales como el acento, la entonación y la duración. Estos elementos supra-segmentales, los que están más allá
del segmento, son precisamente los que organizan el hilo de sonido que
percibimos. Si el sonido no estuviera agrupado de manera significativa, no
habría comunicación lingüística; se oirían gritos o murmullos, a lo sumo. El
oyente recibe, cuando se comunica lingüísticamente, segmentos sonoros relativos
a las unidades de información que le envía el hablante. Con el sonido, va una
serie de informaciones de naturaleza prosódica, no solamente con información
referencial sino también con información dialectal, sociolingüística y emotiva.
Los rasgos
suprasegmentales, pero sobre todo la entonación, son considerados un vehículo
para la expresión de los sentimientos que acompañan a todo un enunciado.
Los rasgos prosódicos permiten segmentar la
cadena hablada y al mismo tiempo integrar a ella, las distintas unidades
dotándolas de significado; esta capacidad permite a la fonética defender el
carácter lingüístico de los rasgos prosódicos, reconociendo la arbitrariedad y
convencionalidad de su naturaleza lingüística: “la entonación es el hilo que
hilvana las palabras en un collar unitario” (Alonso y Ureña, 1938:128; citado
en Aleza Izquierdo y cols, 1999)
A continuación se detallarán las características
suprasegmentales en los trastornos del habla y del lenguaje, para una mayor
comprensión de los mismos.
CARACTERÍSTICAS SUPRASEGMENTALES DEL LENGUAJE
Una característica suprasegmental o prosódica, es una
característica del habla que afecta a un segmento más largo que el fonema, tales como el acento, la entonación, el ritmo y la duración. El término suprasegmental implica la existencia de elementos que
recaen sobre más de un segmento a la vez. Los suprasegmentales resultan de una
utilización particular de recursos del aparato fonatorio.
El acento.
El acento es un rasgo suprasegmental que recae
sobre una sílaba de la cadena hablada y la destaca o realza frente a otras no
acentuadas (o átonas), partiendo de la conjunción de varios
factores articulatorios: Una mayor fuerza
espiratoria, que genera una mayor intensidad, una mayor tensión de las cuerdas vocales, que genera una elevación del
tono fundamental y Una mayor prolongación
en la articulación de los sonidos, que supone un aumento de la duración
silábica.
La entonación.
La entonación
es la función lingüísticamente significativa, socialmente representativa e
individualmente expresiva de la frecuencia fundamental en el nivel de la
oración; dicha frecuencia se ajusta mediante la tensión muscular
que se aplica a las cuerdas vocales. Así un hablante controla la entonación
aplicando mayor o menor tensión a las cuerdas vocales, lo cual le permite
enfatizar más en unas partes de la oración que en otras o darle un contorno de
sorpresa o de interrogación mediante la tensión muscular.
La duración.
La duración corresponde al tiempo que se mantienen las vibraciones producidas por un sonido. Éste parámetro está relacionado con el ritmo. Dicho parámetro viene representado en la onda
por los segundos que éste contenga. Se trata de una de las cuatro cualidades
esenciales del sonido articulado junto con la altura, la intensidad y el timbre. Así por ejemplo, es sabido que las fricativas son
más largas que las oclusivas, que las sordas son las más largas que las
sonoras, etc.
CARACTERÍSTICAS SUPRASEGMENTALES EN LOS DISTINTOS
TIPOS DE TRASTORNOS DEL HABLA Y DEL LENGUAJE.
Un trastorno
del habla o lenguaje se refiere a los problemas de la comunicación u otras
áreas relacionadas, tales como las funciones motoras orales. Estos atrasos y trastornos varían desde simples substituciones
de sonido hasta la inhabilidad de comprender o utilizar el lenguaje o mecanismo
motor-oral para el habla y alimentación. Algunas causas de los impedimentos del
habla o lenguaje incluyen la pérdida auditiva, trastornos neurológicos, lesión
cerebral, discapacidad intelectual, impedimentos tales como labio leporino, y
abuso o mal uso vocal. Sin embargo, con mucha frecuencia se desconoce la causa.
Los trastornos del habla se refieren a las dificultades en la producción de los sonidos requeridos para
hablar o problemas con la calidad de la voz. Estos se pueden
caracterizar por una interrupción en el flujo o ritmo del habla como, por
ejemplo, el tartamudeo o falta de fluencia. Los trastornos del habla pueden
constituir problemas con la formación de sonidos, los cuales se llaman
trastornos de la articulación o fonológicos, o pueden incluir dificultades con
el tono, volumen, o calidad de la voz. Puede haber una combinación de varios
problemas. Las personas con trastornos del habla pueden tener problemas para utilizar
algunos sonidos requeridos para hablar, lo que podría ser síntoma de un
retraso. Estos individuos pueden decir una palabra por otra o tener dificultad
con pronunciar la “l” o la “r.” Puede resultar difícil comprender lo que dice
una persona con un impedimento del habla. Las personas con trastornos de la voz
pueden tener dificultad con el sonido de su voz.
Un impedimento del lenguaje es un
impedimento en la habilidad para
comprender o utilizar las palabras en unión, verbal y no-verbalmente.
Algunas características de los impedimentos del lenguaje incluyen:
- El uso impropio de palabras y sus significados,
- La inhabilidad de expresar ideas,
- Modelos gramaticales impropios,
- Un vocabulario reducido y
- La inhabilidad de seguir instrucciones.
Una de estas características o una
combinación de éstas puede ocurrir en los niños que sean afectados por
discapacidades en el aprendizaje del lenguaje o atrasos en el desarrollo del
lenguaje. Algunos niños pueden escuchar o ver una palabra pero no pueden
comprender su significado; y al mismo tiempo, pueden tener dificultades al
tratar de comunicarse con los demás.
En el siguiente cuadro se
presentará una relación detallada de las características en la prosodia, según
el trastorno del habla o del lenguaje que corresponda:
PATOLOGIAS
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DEFINICIÓN
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PROSODIA
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TARTAMUDEZ
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La tartamudez afecta la
fluidez del habla, comienza durante la niñez y en algunos casos, dura toda la
vida. Este trastorno se caracteriza por las interrupciones en la producción
de los sonidos del habla, también denominadas disritmias o disfluencias, por
ejemplo, se repiten algunas palabras y otras van precedidas por “mm” o “eh”.
|
Disfunciones en la entonación, ritmo, duración y pausas:
*Bloqueos articulatorios,
con dificultad perceptible.
*Pausas excesivas.
*Repetición desmesurada de
fonemas, sílabas, palabras y frases.
*Tensión en órganos
fonoarticuladores.
*Dificultades posturales y
gestuales.
|
TAQUILALIA
|
La taquifemia o
Taquilalia es un trastorno específico de la fluidez del habla que se
caracteriza por un ritmo excesivamente rápido y con frecuencia un discurso
desordenado. El habla puede llegar a ser ininteligible.
|
Sus características en la prosodia son:
*Ritmo irregular al
hablar.
*Voz monótona sin
acompañamiento emocional.
*Acortamiento de sílabas,
palabras y frases.
|
DISPROSODIA
|
Es la alteración en la
expresión de los elementos melódicos y rítmicos de una lengua. La causa de
disprosodia se asocia generalmente con
patologías neurológicas como accidentes vasculares cerebrales, traumatismos
craneoencefálicos y los tumores
cerebrales.
|
Presenta las siguientes características en la prosodia:
*Alteraciones en la
intensidad, en el momento de segmentos palabra y en el ritmo, la cadencia y
la entonación de las palabras.
*Cambios en la duración,
la frecuencia y la intensidad de las sílabas tónicas y átonas de las frases
habladas.
|
AFASIAS
|
La
afasia es el trastorno del lenguaje que se produce como una consecuencia de
una patología cerebral. Se trata de la pérdida o de la capacidad de producir
o comprender el lenguaje, debido a lesiones en áreas cerebrales
especializadas en estas funciones.
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En la afasia de Broca, la articulación y entonación (prosodia) están
alteradas. Debido a estos aspectos existe poca fluída, la acentuación de las
palabras y frases es inadecuada, a veces hay tartamudeo.
El paciente con afasia transcortical motora, sufre una reducción
importante del habla espontánea: es dificultosa, escasa, disprosodia y
generalmente compuesta de frases cortas.
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SÍNDROME DEL ACENTO EXTRANJERO
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El síndrome del acento extranjero
es una enfermedad rara que
generalmente se produce como un efecto secundario de una lesión
cerebral grave, como un derrame o una lesión cerebral.
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Su déficit radica en la prosodia del habla,
que suena al oído de quien lo escucha como un acento extranjero más que como
una prosodia patológica.
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DISARTRIAS
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La disartria se puede
definir como una alteración de la articulación del habla debida a lesiones en
el sistema nervioso central, así como a enfermedades de los nervios o de los
músculos responsables del habla.
|
Se presentan las siguientes características
en la prosodia:
*Monotonía tonal.
*Entonación y ritmo
anormal al hablar.
*Voz entrecortada y
temblorosa.
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DISGLOSIAS
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La disglosia es un
trastorno de la articulación, sin que existan problemas a nivel del Sistema
Nervioso Central, provocado por lesiones físicas o malformaciones de los
órganos de articulación del habla. Se clasifican en disglosia dental,
lingual, mandibular, labial y palatina.
|
Dificultades en la producción oral de los
fonemas, palabras y frases, habla lentificicada y monótona, con dificultades
en el ritmo, acento y melodía en el habla.
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AUTISMO
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El autismo es un
trastorno neurológico complejo que generalmente dura toda la vida. Es parte
de un grupo de trastornos conocidos como Trastornos del Espectro Autista
(TEA), se evidencian alteraciones en el comportamiento, la comunicación y
relaciones sociales.
|
Dificultades para mantener el
ritmo y la entonación en una conversación.
Prosodia variable que puede ser monótona y vacilante, sin melodía en
el habla.
Las personas con autismo pueden tener dificultades al usar la prosodia cuando desean manifestar como
se sienten, por ejemplo: pueden estar entusiasmados pero sonar
desinteresados.
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DISCAPACIDAD INTELECTUAL
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Obedece
a un funcionamiento intelectual por debajo de lo normal que se manifiesta
durante el periodo evolutivo y que está asociado con un desajuste del
comportamiento.
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Trastorno en la prosodia caracterizada por dificultades en la
entonación, ritmo y melodía en el habla. Acompañado de alteraciones en el
desarrollo fonológico.
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CONCLUSIONES
Realizado el abordaje de las características
suprasegmentales del lenguaje en los distintos trastornos del habla y del
lenguaje, se logra concluir que:
a) Las características suprasegmentales del
lenguaje (el acento, la entonación y la duración) favorecen la intencionalidad y
funcionalidad de la comunicación del ser humano.
b) Las alteraciones en la prosodia, desencadenan
rupturas en el proceso comunicativo del individuo, por las dificultades presentes
en la articulación de los sonidos del lenguaje, la entonación, el acento, el
ritmo y la fluidez en el habla durante sus producciones orales.
c) Los diferentes trastornos del habla y del
lenguaje tienen un componente inherente a su desarrollo en el periodo evolutivo,
como lo son las alteraciones en la prosodia; lo cual genera particularidades en
el habla y el lenguaje de quien las presenta.
d) El rol del fonoaudiólogo en la rehabilitación
de los trastornos en la prosodia es fundamental, porque ayuda a modificar los
patrones inapropiados en la producción oral del lenguaje y facilita en gran
medida la calidad de vida de los individuos que los padecen, favoreciendo sus
interacciones comunicativas cotidianas.
BIBLIOGRAFÍA.
* ÁLVAREZ ALEXANDRA. Estudios de Lingüística del
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Lectura recomenda: Lo lingüístico y lo paralingüístico en la adquisición del habla y del lenguaje.
Actas
del XXXV Simposio Internacional de la Sociedad Española de Lingüística, editadas por Milka
Villayandre Llamazares, León, Universidad de León, Dpto. de
Filología Hispánica y Clásica, 2006. ISBN:
84-690-3383-2. Publicación electrónica en: http://www3.unileon.es/dp/dfh/SEL/actas.htm
LO
LINGÜÍSTICO Y LO PARALINGÜÍSTICO EN LOS PRIMEROS ESTUDIOS SOBRE ADQUISICIÓN DE LENGUAJE
MARÍA DOLORES ALONSO-CORTÉS FRADEJAS
Departamento de Filología
Hispánica
Universidad de León
1. LOS DIARIOS
DE BEBÉS Y SU VALOR PARA EL ESTUDIO DE LA ADQUISICIÓN DEL LENGUAJE
Las primeras reflexiones científicas sobre adquisición del lenguaje son los denominados diarios (diary
studies) o biografías de bebés (baby biographies), conjuntos de anotaciones que una serie de lingüistas y psicólogos hicieron sobre la evolución lingüística de sus
propios hijos. Surgen como consecuencia del interés científico que, a lo largo del siglo XIX, se suscita por el niño y por la pedagogía, y se trata de estudios
de carácter biográfico que unas veces se ocupan del
aprendizaje en general
y, por lo tanto, también
de la adquisición de la lengua
materna y, otras
veces, de esta
última exclusivamente.
El primero
que merece ser destacado es el que H. Taine elabora
en 1876 sobre
el desarrollo lingüístico de su hija desde su nacimiento
hasta los dos años de edad. Un año después, él mismo resume su trabajo en una nota
publicada en inglés
en el número 2 de la célebre revista Mind y, en ese mismo número, y parece ser que de alguna forma incitado por la investigación
de H. Taine, Ch. Darwin se decide a publicar unas observaciones sobre el
lenguaje de su hijo que, en parte,
ya había recogido al redactar La expresión de las emociones.
A estas investigaciones les sucedieron otras más completas tanto en Europa como en Estados
Unidos, y es en ellas en las que yo me
voy a centrar. En el ámbito europeo
alcanzaron especial relevancia dos: la que R. Preyer llevó
a cabo sobre el desarrollo psicológico y también lingüístico de su hijo Axel, que quedó recogida
en su libro Die Seele des Kindes de 1882 –traducido al español ya en el año 1908
con el título de El alma del niño– y el exhaustivo estudio realizado por Clara y Wilhelm Stern sobre la evolución lingüística de sus hijos Hilde
y Gunter, cuyas conclusiones se conocen sobre
todo a través de Psychology of Early
Childhood (1924), del segundo
de estos autores, puesto
que la publicación original, Die Kindersprache
(1907), aún no ha sido traducida del alemán. En Estados Unidos,
por su parte, aparecieron buen número de trabajos de similar naturaleza publicados en su mayoría en Pedagogical Seminary entre los que destacan los siguientes:
▪
H. Lukens
(1894), basado en los datos recopilados por una serie de madres y en las observaciones de R. Preyer
y otros investigadores.
▪
A. Chamberlain & I. Chamberlain
(1904), sobre la evolución lingüística de su hija Ruth.
▪
G. Brandenburg (1915), que
recoge los progresos que en este ámbito realiza su hija Gladys.
▪
M. Nice (1917), donde la
autora resume una exhaustiva investigación sobre cómo adquiere su hija E. el lenguaje
desde los dieciocho a los
seis años de edad.
El hecho de que
su autor sea, al mismo tiempo, el padre o la madre del sujeto observado, así
como la falta de una orientación teórica y una metodología claras que los fundamenten son las causas de que, durante el siglo XX, muchos investigadores
los hayan considerado escasamente fiables y los hayan obviado. Yo, sin embargo,
creo, como D. Ingram (1989:10), que “una de las habilidades necesarias para el estudio de la adquisición del lenguaje es la capacidad de
extraer datos de estos diarios”, y es lo que he tratado de hacer respecto
al tema que me ocupa
actualmente: los mecanismos vocales a los que los niños recurren para
comunicarse durante la llamada
etapa preverbal1. Más
concretamente, el trabajo
que en estas páginas
presento ha consistido en analizar hasta qué
punto los autores de los diarios de bebés se ocupan de los recursos vocales no verbales y qué
estatus les otorgan (no lingüístico o prelingüístico, lingüístico o paralingüístico).
2. EL PARALENGUAJE Y LO PARALINGÜÍSTICO
Los recursos
vocales no verbales
a los que me voy a referir
son una serie de elementos fónicos
que se dividen en cuatro
categorías (Poyatos 1994)2:
▪
Las cualidades primarias o
rasgos personales básicos de la voz como el timbre, la resonancia, la
intensidad o el volumen, el tempo, el tono o los registros, el campo
entonativo, la duración silábica y
el ritmo.
▪ Los
calificadores o tipos de voz.
▪
Los
diferenciadores o reacciones fisiológicas y emocionales como la risa, el llanto, el grito, el suspiro, el jadeo, el bostezo, la tos,
etc.
▪
Los alternantes: clics, siseos,
bisbiseos, imitaciones de sonidos,
etc. identificables y clasificables fonéticamente y utilizados tan
semánticamente como las palabras.
Pertenecen a lo que los especialistas en comunicación no verbal
denominan paralenguaje y por ello son muchas veces considerados, sin más reflexión, paralingüísticos, pero lo cierto es que pueden adoptar un comportamiento totalmente
extralingüístico (por ejemplo la voz
ronca resultado
de un resfriado), propiamente lingüístico (por ejemplo, el tono en las diferentes modalidades entonativas) o
paralingüístico cuando en el discurso desempeñan una serie de funciones (emotiva, de regulación de la interacción,
de marcación, etc.) que resultan fundamentales para el desarrollo de la
comunicación.
2 Ver
M.ª D. Alonso-Cortés Fradejas (2000), para una revisión de dichas
categorías y un análisis de
cómo se manifiestan en la conversación coloquial.
Funcionan en
este último caso como elementos próximos a lo lingüístico que acompañan o
sustituyen al lenguaje verbal en las distintas situaciones comunicativas y es desde esta perspectiva como aquí voy a analizarlos:
aunque no utilicen esta terminología,
consideraré que en los distintos estudios revisados se les está otorgando un estatus
o carácter paralingüístico cuando se reconozca explícita o implícitamente su
condición de elementos transitorios hacia o preparatorios para el
lenguaje verbal.
3. LOS RECURSOS
VOCALES NO VERBALES EN LOS DIARIOS DE BEBÉS: CATEGORÍAS QUE SE ANALIZAN Y ESTATUS
QUE SE LES CONCEDE
3.1.
Cualidades primarias y calificadores
De todos
los autores analizados, R. Preyer (1882)
es el que más y mejor se ocupa de las cualidades primarias. Incluye las modulaciones
de voz dentro de lo que él llama los procesos de expresión (denominación que aplica al conjunto de los sonidos
inarticulados en el que también se incluyen fenómenos que nosotros vamos
a agrupar entre los
diferenciadores), y entre las observaciones recogidas en el diario que constituye el capítulo XVIII (titulado Estudios hechos
en un niño, observado
diariamente durante los tres primeros años: notas acerca de los primeros
sonidos y acerca del principio del lenguaje) podemos encontrar numerosas y variadas anotaciones sobre este tipo de rasgos como, por ejemplo,
las siguientes3:
-La voz es ya muy fuerte [intensidad] al sexto día, especialmente
cuando se emplea para indicar el malestar. Los
gritos son también más frecuentes, más prolongados [duración] y fuertes [intensidad], cuando en vez de tomar leche
de mujer el niño toma leche de vacas
desleída en agua (Preyer 1908 [1882]:375).
-Al séptimo mes, el niño ha gritado de dolor, durante bastante tiempo [duración], con
notas muy agudas [tono]. Teniendo hambre y deseando leche, decía muy claramente mä, ä, uä, uäe;
satisfecho, dijo örrö, como
otras veces. Los gritos fueron en ocasiones seguidos [ritmo],
con gran violencia, hasta quedarse ronco, cuando no se accedía al deseo del
niño de abandonar el lecho, por ejemplo. Cuando grita porque tiene hambre, echa
la lengua hacia atrás, la encoge y la estira y produce sonidos espiratorios, con pausas largas o cortas [duración]. Cuando sufre,
grita sin interrupción [ritmo] y con voz más
aguda [tono] que nunca (Preyer 1908[1882]:378).
-Al noveno mes, siempre es difícil reconocer ciertas
sílabas en medio de los sonidos variados
y numerosos que deja oír el niño. Pero la voz, sin dejar de ser muchas veces muy fuerte [intensidad] e inarticulada, se modula [campo
entonativo] ya, e indica con certeza ciertos estados
psíquicos (Preyer 1908[1882]:379).
-El décimo mes
se caracteriza por
la mayor claridad de las sílabas en el monólogo, que es variado,
más largo
[duración] y adquiere un tono más agudo [tono] cuando se abandona al niño a sí mismo que cuando se trata de distraerle (Preyer 1908[1882]:380).
-[A partir de la semana cuarenta y cinco] empieza a cuchichear [intensidad] en el curso de sus monólogos,
frecuentemente largos [duración].
Deja oír una multitud de sonidos de diferente intensidad, altura y timbre, como si
hablase una lengua desconocida (Preyer 1908[1882]:381).
Esta variedad y cantidad de notas sobre las cualidades primarias de la voz disminuye en el resto de los diarios
revisados.
H. Lukens
(1894) se refiere
a ellas brevemente pero les concede gran importancia. Cuando habla de la etapa del Balbuceo Imitativo (Imitative Babble)4 dice
que ésta comienza con “a curious and amusing
mimicry of conversation, in which the ordinary cadences, intonations and rhythms are so closely
reproduced that persons
in an adjacent room would
mistake it for actual conversation” (Lukens
1894:436) y afirma que, de las observaciones hechas por una serie
de autores, parece desprenderse que “the musical part of speech is
4 Haciendo uso de los datos recopilados por R. Preyer (1882) propone
distinguir las siguientes etapas en el desarrollo lingüístico: I.
Sonidos Reflejos y Automáticos (Reflex and Automatic Sounds); II. Balbuceo Imitativo (Imitative
Babble); III. Entiende pero no Habla (Understands but does not Speak); IV. Repite (Repeats) y
V. Aprende a usar palabras para expresar pensamientos
(Learns to use words to express thoughts).
more clearly imitated than
are the distinct sounds as such” (Lukens 1894:436). Asimismo, cuando describe la
siguiente etapa, Entiende pero no Habla, sostiene que
los pocos sonidos
que los niños
llegan a producir se
caracterizan por estar fuertemente marcados por la entonación y que, en este periodo,
la manera en que los niños dicen algo
expresa mejor el significado que las palabras que utilizan: “The mood is recognized by the voice
better than ever before; and desire,
grief, joy, hunger, willfulness and fear may be expressed by the various modulations of the self-same word differently employed”
(Lukens 1894:438).
G. Brandenburg (1915:93) también alude en algún momento a la intensidad (stress of voice) y a su relevancia como factor en la adquisición de cualquier clase de palabra.
No obstante, en su propio análisis no lo tiene en cuenta.
A. Chamberlain
& I. Chamberlain (1904), M. Nice (1917) y W. Stern (1924), sin embargo, no recogen observaciones de valor sobre estos
mecanismos vocales no verbales, en el caso de los tres primeros, porque lo que estudian es fundamentalmente la adquisición del léxico y la gramática, y, en el caso de W. Stern, porque se trata
de un diario
hecho desde una perspectiva eminentemente psicológica.
Los llamados
calificadores
o tipos
de voz no son observados en ninguno de los diarios a los que he tenido acceso.
En general,
puede decirse que, en la mayoría de los casos, la atención que se presta a estas dos categorías del lenguaje es bastante
escasa pero, en mi opinión, ello no se debe a que los consideren
fenómenos no lingüísticos sino a que son rasgos muy difíciles de registrar y analizar
sin recurrir a medios instrumentales y utilizando únicamente la técnica de la anotación en diarios. Los que, como R.
Preyer y H. Lukens, se ocupan de ellos los incluyen en su descripción de unas fases por las que, según
ellos, todo niño debe
atravesar antes de iniciar el desarrollo verbal, y destacan la importancia que
como vehículo expresivo alcanzan en la etapa preverbal. Parecen estar concediéndoles, por tanto, un estatus paralingüístico.
3.2.
Diferenciadores
El análisis que
R. Preyer (1882) hace sobre cómo recurren los niños a los diferenciadores en la adquisición del lenguaje es, de nuevo, uno de los más completos,
reflexionando acerca de su naturaleza y su función en dos partes
de su libro: en el capítulo XIII y en el capítulo
XVIII al que antes también
me he referido.
En el capítulo XIII estudia la génesis de
los movimientos expresivos y habla de la risa, los llantos y los gritos que,
recordemos, actualmente se incluyen en esta categoría del paralenguaje por ser reacciones emocionales que
implican el uso de la voz. En esta parte de su estudio parece
considerarlos como fenómenos claramente no lingüísticos ya que, como luego han hecho
muchos otros estudiosos, desvincula su desarrollo y utilización del desarrollo
y utilización del lenguaje.
En el capítulo XVIII, en cambio, los
integra, como a las cualidades primarias, dentro de los procesos de expresión y, como sucede con éstas, sabe anotar muy bien sus clases y las funciones que desempeñan:
-[…] los gritos
llegan a ser hasta tal punto diferentes durante las cinco
primeras semanas que con sólo oírlos, se reconoce con seguridad si indican
hambre, dolor o placer (Preyer 1908[1882]:375).
-Durante los cinco
primeros meses, los gritos están
formados, en suma, por las vocales
u, ä, ö, á, con ü y o menos frecuentes, y sin
otras consonantes en general que m (Preyer 1908[1882]:377).
-Al octavo mes, los gritos cambian de carácter, en
general; son menos intensos y prolongados desde
que el niño sólo se alimenta
con sopas. Las vocales aisladas, como u y ä, se dejan oír raras veces completamente puras. El niño conserva muchas veces los labios inmóviles, mientras que sube y
baja la laringe, y chilla tendiendo sus brazos con ansia a la sopa o arrulla
como una paloma, o gruñe (Preyer 1908[1882]:379).
-Los gritos de alegría
van acompañados de grandes movimientos de extensión de brazos y piernas
(a partir de la semana treinta y cuatro). La tos, que es casi una expectoración, se presenta poco (Preyer 1908[1882]:379-80).
Es más,
en un momento dado establece una diferencia entre
los gritos, los quejidos,
la risa y los gruñidos,
a los que el niño recurre
para hacer conscientes a los padres
de determinadas sensaciones, y el estornudo, el hipo, el ronquido o el ruido
de succión al mamar, actos meramente reflejos, y ello significa, a mi modo de ver, que, de una
manera bastante explícita, está otorgando a los primeros
el rango de elementos paralingüísticos en el sentido de pasos previos y preparatorios
hacia lo lingüístico:
Los gritos, con los ojos cerrados
y apretados, cuando el niño tiene hambre;
los quejidos, cuando
experimenta ligero malestar; la risa, cuando ve moverse objetos brillantes; los gruñidos
especiales que más tarde se lanzan al tiempo que se aprieta el vientre y
se mueven rápidamente los brazos, y que indican el término de la digestión, y que el niño está mojado (en el primer
caso todavía, a los diez y siete
meses), constituyen manifestaciones varias desde el punto de vista del oído, y hay que
considerarlas como precursoras de los futuros medios de comunicación,
opuestas a los reflejos ruidosos del estornudo, el hipo, el ronquido, todavía
poco frecuente, del ruidito
especial que hace el niño al mamar,
y otras espiraciones sonoras observadas desde los primeros
días, y que no
tienen más valor
como lenguaje que la tos o la expectoración, que viene más tarde (Preyer 1908[1882]:375).
Así parece considerarlos también H. Lukens (1894), puesto que constituyen la primera de las cinco etapas de
la adquisición del lenguaje que este autor distingue: Sonidos reflejos y
automáticos (Reflex and automatic
sounds). Como en el caso de R.
Preyer, este autor hace además una reflexión
explícita sobre su estatus cuando diferencia
el primer llanto del recién nacido, reflejo, sin significado y,
consecuentemente, sin repercusión respecto a la adquisición del lenguaje,
del llanto por hambre, humedad, frío, miedo, etc. ya significativos, es decir, paralingüísticos: The first thing
with which the learning of speech begins
is not, as was formerly assumed,
the first cry of the newly born, for this can
have no other
significance than that of a reflex, like sneezing.
In fact it often is a sneeze instead of a cry (Preyer). But after feelings of hunger, wetness, cold, fear, anger,
sleepiness, etc. have been discriminated, crying acquires a speech
significance, and the mood of the child may be perceived by variations
in its voice (Lukens 1894:434).
W. Stern
(1924), por su parte, dedica
varias páginas del
capítulo VII, que trata de las emociones del primer año (Emotions of the First Year), al grito y al llanto de los niños como expresiones de placer y dolor. Sus
observaciones son tan detalladas como las de R. Preyer, y en un párrafo
como el que se reproduce a continuación llega a describir: Crying, at first
so monotonous -generally the sound iau, iau- in a few weeks
develops such variation of tone that the mother
knows whether it is caused by pain, hunger or discomfort; then, too, the distinctively human tears appear –in many children as early as the
first month, in others very much later.
Sometimes the cry increases
to real paroxysms, when the child gets purple in the face, and his voice cracks or for a time quite gives
away. On the other hand, less acute degrees of pain find their utterance in the
fall of the corners of the mouth and in an anxious fixed
look in the eyes; it is
often possible to observe clearly how these
face-movements grow more marked until they suddenly
pass into a regular scream.
In addition, we find in the older infant whimpering or other articulate noises that are the
expression of hunger, pain, or keen desire; amongst these from three to six months of age the sound-forms
ham-ham and nam-nam are very conspicuous. Indeed, even
babble, which, as a rule, is a sign of well-being, may assume under
certain conditions an annoyed,
scolding tone, a sure sign of displeasure (pain). To end with, there
are a number of pronounced movements of dislike and aversion which
are just as frequent accompaniments of pain as turning
to anything is of pleasure
(Stern 1924:125).
Sin embargo,
a diferencia de lo que hace éste, no vuelve a hacer referencia
alguna a estos u otros diferenciadores en la tercera parte que es donde trata el desarrollo del lenguaje. Parece
claro, por tanto, que los considera recursos
vocales totalmente ajenos
a lo lingüísticos.
Los autores de los otros tres diarios manejados, A. Chamberlain & I. Chamberlain (1904), G. Brandenburg (1915) y M. Nice (1917), prescinden de los diferenciadores
a la hora de recopilar sus vocabularios.
3.3.
Alternantes
Los distintos
tipos de fenómenos vocales no verbales que constituyen la categoría alternantes son a los que en los diarios de bebés se presta más atención.
Los alternantes
son rasgos vocales que, por una parte, se diferencian de los rasgos
de la dinámica y la cualidad de la voz en que no se superponen a los segmentos verbales, es decir,
en que no son suprasegmentales y que, por otra
parte, aun siendo independientes como los llamados
diferenciadores, tienen un carácter "más verbal" que ellos.
Han sido denominados de muchas maneras diferentes (identificadores vocales, segregados vocales, vocalizaciones, interjecciones, etc.) y clasificados y estudiados desde muy diversos
puntos de vista,
pero puede considerarse que incluyen las
siguientes subcategorías (Alonso-Cortés Fradejas 2000:170-1): interjecciones,
onomatopeyas, vocalizaciones y pausas oralizadas.
No he encontrado referencias sobre las pausas oralizadas que son las vocalizaciones que se emiten
mientras se está pensando cómo organizar un enunciado, mientras se
busca una palabra, etc. Su omisión se debe a que ninguno de los autores
extiende su observación más allá del nivel
oracional; todos prescinden del nivel conversacional.
Las otras tres
subcategorías sí son objeto de observación, anotación y análisis en todos los diarios de bebés que he revisado pero sus denominaciones y sus
características difieren de unos autores a otros y no siempre
coinciden con las que en la actualidad se establecen (Alonso-Cortés Fradejas 2000:170-1):
▪
Interjecciones: son las que la mayoría de los autores llaman interjecciones primarias, es decir, los alternantes que por ser más frecuentemente utilizados y más convencionales son recogidos en los diccionarios, con un significado más o menos uniforme, como parte del léxico de una lengua.
▪
Onomatopeyas: en general, se dice que las onomatopeyas se diferencian de las
interjecciones en que no son expresivas de
un determinado estado mental como estas últimas sino, más bien,
descriptivas o imitativas y en que son menos convencionales que éstas.
▪
Vocalizaciones: son los alternantes que no pueden incluirse en ninguno de los dos grupos anteriores. En el caso de los niños, se corresponden
con los sonidos inarticulados del primer balbuceo y, sobre todo, con lo que en la bibliografía más reciente se denominan
formas fonéticamente consistentes, que suelen aparecer
alrededor de los 7 meses
y son más estables, fácilmente aislables y especializadas en las distintas situaciones.
A pesar
de ser el primero de todos ellos,
el trabajo de R. Preyer (1882) es el que presenta más coincidencias con la teoría actual. Por un lado, habla de interjecciones y onomatopeyas y, por otro, de sonidos inarticulados. A las primeras se refiere sobre todo en el
capítulo XVII, titulado Cómo aprende a hablar el niño, y, aunque utiliza los dos términos, a lo que
está aludiendo es únicamente a las
onomatopeyas tal y como se conciben hoy en día, pues varias
veces destaca su naturaleza imitativa, no convencional:
En esta categoría de
expresiones colocaré el rollu, rollolo, luego (a los veinte meses); el rodi, otto, roji,
que mi hijo pronunció espontáneamente viendo
rodar bolas o ruedas; lanzaba una de esas exclamaciones cuando veía una cosa que daba vueltas. Steinthal ha observado, en las mismas condiciones, otra expresión:
lu, lulu y Kussmaul, golloh, en un niño de diez y ocho meses. En
estos casos, la primera interjección siempre
ha sido motivada por un ruido, y no sólo
por la vista
del objeto que
rueda. Es preciso, en consecuencia, considerar la interjección como imitativa. No
se conocen ejemplos de agrupación de las interjecciones espontáneas, innatas, en sílabas
o en palabras, sin la intervención de los padres, y sin la imitación, con el
fin de comunicar una idea (Preyer 1908[1882]:375).
Páginas más
adelante, en el capítulo donde se recogen las anotaciones
que diariamente hizo sobre la adquisición del lenguaje por parte de su
hijo desde que nació el 23 de Noviembre de 1877 (capítulo XVIII), encontramos minuciosas
descripciones sobre el uso de lo que él denomina sonidos inarticulados, y de la lectura
atenta de las mismas se puede deducir
que, si bien no hace uso del segundo de los términos, está manejando la
misma distinción sonido inarticulado-forma fonéticamente consistente que manejan hoy los especialistas:
-Unas veces sólo
se limita a anotar la cualidad de los sonidos inarticulados que su hijo
produce: A los cuarenta y seis días oí
en medio de sus balbuceos, por otra parte ininteligibles, gö y örö, y cinco
días después, ara. Durante la octava y novena semanas, örrö y arra, fueron muchas veces pronunciadas, siendo puro el
sonido de la ö
y la a, y la r
pronunciada gutural (Preyer 1908[1882]:376).
-Otras veces, en cambio, considera importante insistir en que las
vocalizaciones que anota son utilizadas por su hijo coherentemente, siempre en las mismas situaciones
comunicativas:
[…] Las
sílabas más frecuentemente pronunciadas por el niño en esta época [las primeras semanas
del segundo año],
fueron: nja, njan, dada, atta, mama, papaï, attaï, nanana,
hatta, meene- meene-meene, mömm, mömna, ao-u.
De ellas, na-na indica siempre un deseo; los brazos se tienden
cuando el niño la pronuncia; mama se refiere
a la madre, a juzgar por la alegría con que lo dice, y
esto tal vez desde la semana cincuenta y cuatro; pero el niño repite también
esta palabra maquinalmente, sin referirse a su madre;
atta se deja oír de vez en cuando,
cuando se le pasea, pero también en otras circunstancias. Expresa su
alegría cuando, por ejemplo, ve aproximarse a su madre, por medio de gritos más
agudos y sonoros
que antes, pero que es difícil transcribir; sin embargo, ahija, los expresa bastante bien (Preyer 1908[1882]:384).
Al décimo
quinto mes, no hay sonidos nuevos, susceptibles de ser expresados por letras, salvo wa. Las sensaciones y las
emociones se indican por sonidos no articulados, cada vez más distintos y variados, pero que no son siempre
inteligibles. Así el asombro se indica por ha a-ea e; la alegría por gritos repetidos
en un tono muy
agudo y más
prolongados que antes;
el deseo vivo
se traduce por haö,
häe, repetidos varias veces; el dolor,
la impaciencia, por gritos formados de vocales unidas (Preyer 1908[1882]:390).
Cuando el niño ve objetos que
ruedan metiendo ruido, especialmente cuando dan vueltas, dice: rodi, otto, rojo, y otras palabras análogas, pero las más de las veces con muy poca claridad. Sólo a una noción
nueva va asociado
en verdad un sonido
determinado. Cuando el niño distingue
de pronto un objeto nuevo, dice en alta voz y con
viveza: da, nda, ta, nta, con un acento particular muy significativo, y seguramente asocia a estas
palabras la noción de presencia, de llegada, de aparición, en
oposición a atta, f, tu, tuff, que pronuncia en voz baja, murmurando, por foro (desaparecido). Si me tapo
la cabeza con
una servilleta y dejo que me
la quite, se ríe al hacerlo, y dice en voz alta: da. Si salgo de la
habitación, dice atta
o hatta, o ft o t ta, casi siempre en voz baja; repite las mismas palabras, o bien dice hata, cuando es él el que quiere salir (Preyer 1908[1882]:402).
Con un enfoque sorprendentemente próximo
al actual, este autor
sabe apreciar el carácter
más estable de estos alternantes y, por lo tanto, su condición de elementos transitorios hacia el lenguaje,
de elementos paralingüísticos. Así, a propósito de la vocalización atta/hatta, que es pronunciada por el niño cuando sale, cuando un objeto desaparece o cuando la luz
disminuye, dice: No sólo se ha formado una noción, sino que también
se le ha dado nombre por medio de
sílabas. No sólo ha descubierto el niño la analogía que existe entre dos
procesos tan diferentes, como son un
objeto que varía
de sitio y una luz
que disminuye, analogía que se reduce a la desaparición de una impresión visual, sino
que también la ha dado nombre, la ha designado
espontáneamente, al onzavo mes, y persiste ahora en el uso de ese nombre
(Preyer 1908[1882]:390).
H. Lukens (1894)
hace referencia a cuatro tipo de recursos vocales
no verbales que podríamos incluir dentro de la categoría de alternantes –el
balbuceo, los sonidos naturales (natural sounds), las imitaciones
(imitations) y las onomatopeyas– pero no se detiene a explicar cuáles son, según
él, las diferencias que existen entre
ellas, por lo que el lector
debe deducirlas de los ejemplos
que recopila en cada
caso: \
*Llama balbuceo (babbling) a los sonidos inarticulados que los niños emiten hasta aproximadamente
el año y medio, al principio como una mera
gimnasia vocal –balbuceo
temprano (early babbling) (Lukens 1894:435); luego
con cadencias, entonaciones e inflexiones de
la voz, muy similares a las del lenguaje adulto: balbuceo imitativo (imitative babbling) (Lukens 1894:437).
* *Los sonidos naturales, las imitaciones
y las onomatopeyas, por su parte, son palabras inventadas
(invented
words) de las que los
niños hacen uso desde el año y medio,
las cuales se distinguen entre sí por el grado de
originalidad que presentan, siendo las primeras las menos imitativas y
originales. Es decir, utiliza el término onomatopeya más o menos con el sentido actual y habla de sonidos naturales e imitaciones en
lugar del término vocalizaciones.
Es, quizás,
el autor que con más claridad parece comprender el carácter pararalingüístico de este tipo
de recursos vocales no verbales, puesto
que afirma que constituyen una forma de transición hacia la aceptación de las palabras
tal y como son utilizadas por los demás5 y recuerda que padres
y educadores han de considerarlos una fase natural en la adquisición del lenguaje, sin tratar de
eliminarlos antes de tiempo pero sin favorecerlos demasiado tampoco: This inventive stage may degenerate
into the silliest, emptiest nonsense, holding the child back in his progress
and injuring his development permanently if it is too far encouraged by parents and others through adopting and using the babysh nonsense themselves, or even by recognizing it and letting
the child see that it will pass as language (Lukens 1894:442-3).
En el libro de
W. Stern (1924), este tipo de elementos son llamados símbolos naturales (natural symbols) y son extensamente tratados en el capítulo titulado Preliminares y comienzos
del aprender a hablar (Capítulo
VIII: Preliminaries and
beginnings of learning to talk)
y, dentro de éste, sobre todo en un apartado dedicado a la naturaleza del habla
del niño en las fases más tempranas. Se trata,
en su opinión, de vocalizaciones como las que
utilizó su hija Eva desde
los 13 meses de edad –wow-wow,
para un perro de peluche y,
ocasionalmente, para dibujos de otros animales; hap o pap-pap para su comida;
gee-gee, para caballo;
tat-ta, para ir a dar un
paseo, etc.– que presentan las siguientes características:
1) Muestran una conexión natural entre sonido y significado, porque son una apelación a alguna de las características perceptuales de los objetos, animales o cosas que designan: The great majority of adult words
are “conventional” symbols: the sound “dog” is no more distinctive of the animal
than “chien” or “hund”,
and only along
the path of mechanical association can the child learn that word and object belong to each other. But the word wow-wow
is quite different: it makes a direct appeal
to a part of the perceptual-form of a dog, the sound
it constantly utters;
thus the word becomes a NATURAL SYMBOL of
the thing (Stern 1924:146).
2) Se corresponden perfectamente con el fuerte impulso imitativo propio de esta fase del desarrollo lingüístico:
Such natural sound-symbols impress
the child quite otherwise than do conventional words, for speech
here is the outcome of long
practised speech preliminaries; the child’s strong
imitative impulse,
delighting in the repetition of sounds it hears, must, of itself,
result at last in using such words as names (Stern
1924:146).
3) Son el producto de la selección inconsciente que el niño realiza dentro de las innumerables palabras que oye y entiende pero no puede llegar a pronunciar adecuadamente (Stern
1924:145). Son un recurso para poder sustituir las palabras que rechaza por estar
más allá de sus capacidades articulatorias.
También para este investigador son, pues, un “puente” hacia
lo lingüístico, el segundo
de los tres caminos por los que, según él, el
niño llega al lenguaje:
The child therefore
approaches speech along three paths:
(1)
The active expression of childish babble;
(2)
Unintelligent imitations; and
(3)
Understanding what is said to it.
As soon as
these three actions, originally independent of each other, work together, real
speech has begun (Stern 1924:142).
Paralingüístico
es, igualmente, el funcionamiento de los alternantes
que A. Chamberlain & I. Chamberlain (1904) anotan en su diario,
pero en un sentido diferente: no se trata,
en este caso, de
mecanismos de transición hacia el lenguaje sino de una serie de elementos con
los que Ruth,
la niña observada, construye, ya casi
a los 3 años, una especie de lengua propia sustitutoria de la convencional y simultánea a ésta. Explican, así, que
una tarde Ruth entró en la habitación donde
estaba su padre
escribiendo y le pidió
una hoja de papel que había visto.
Tras recibirla, corrió
a la cocina, luego al baño y allí la escondió en la cesta de la ropa
sucia. A continuación, volvió donde estaba su padre y le solicitó una a di aika, otra hoja de características similares que guardó
en el mismo sitio que la anterior. Sin recibir instrucción alguna, repitió el proceso
con veinte hojas diferentes para las que utilizó veinte vocalizaciones distintas
precedidas de I want,
cuando las pedía, y otras dieciséis más precedidas de This is a cuando, a partir de un momento dado, comenzó a
traerlas de vuelta en vez de esconderlas (Chamberlain & Chamberlain 1904:282-3). Después
de ese día, y durante
algunos meses, este tipo de recursos
vocales fueron cada vez más frecuentes de modo que conformaron una
lengua propia, que sus padres observaron que
utilizaba, sobre todo, cuando no podía formular en su lengua materna la
respuesta requerida o cuando hablaba consigo misma, con sus muñecos y
con ellos.
A. Chamberlain & I. Chamberlain (1904) tuvieron la paciencia de anotar un buen número de fragmentos de este “chino”6, nombre con el que la niña se refería a esta peculiar forma de hablar por sugerencia de su padre, y señalaron algunas
de las características de las
vocalizaciones que lo constituían:
i) No parecían tener relación con ninguna palabra
de la lengua materna de la niña ni de las lenguas
con las que estaba en contacto.
ii) Tenían,
muchas veces, un aspecto “primitivo”.
iii) Eran pronunciadas con fluidez, acentuación y con separaciones entre ellas.
iv) Eran, normalmente, emisiones bisílabas con acento
en la primera sílaba.
v)
Casi todas comenzaban por las consonantes d, t, b, h, g.
vi)
A veces incluían grupos consonánticos.
vii) Muy a menudo incluían las vocales a, i, ee, oo, en la parte central y en la sílaba final y el sufijo –in.
viii) Eran,
en algunos casos, recurrentes.
Ya para
terminar, respecto a los diarios de G. Brandenburg (1915) y M. Nice (1917) cabe
comentar que ambos incluyen las interjecciones como categorías de observación de sus vocabularios junto con los nombres, verbos, adjetivos, etc. Ello podría inducirnos a pensar que las consideran
categorías lingüísticas como las demás pero, desde mi punto
de vista, lo que sucede
es, más bien,
que no se detienen a examinar en detalle el funcionamiento y las características de estos
elementos. Es más, los datos
extraídos por la segunda de estos autores,
según los cuales,
por ejemplo, las interjecciones pasan de ser el 3’7 % de las
emisiones de su hija al año y medio a ser el 0’4 % a los 6 años,
son, a mi entender, un argumento más a favor
de la idea de que, en el proceso de adquisición del lenguaje, los alternantes, como el resto de mecanismos vocales no verbales, funcionan muchas veces como un puente hacia el lenguaje.
4. CONCLUSIÓN
Las detalladísimas descripciones que recogen los diarios
de bebés constituyen
un excelente material para el estudio de la adquisición del lenguaje, pero para
que de ellas se puedan obtener conclusiones útiles necesitan ser interpretadas desde un punto
de vista lingüístico y comunicativo.
Hasta ahora, los lingüistas que trabajamos sobre adquisición del lenguaje nos hemos limitado
a la adquisición de lo verbal
y hemos dejado de lado muchísimas manifestaciones vocales que no son lingüísticas en el sentido
más tradicional del término pero que en el actual Paradigma de
la Lingüística de la Comunicación tienen total
cabida, porque son comunicativas y porque constituyen un paso
imprescindible hacia lo lingüístico.
Es hora, pues,
de hacer uso de la teoría que sobre lo paralingüístico
ya se ha articulado para poder aprovechar mejor los numerosos datos que
recopilaron los primeros investigadores interesados por el desarrollo lingüístico y para poder comprender mejor la transición del niño
hacia el lenguaje. Antes que con el lenguaje, el niño se comunica con
el paralenguaje, y eso es algo que ya señalan autores como W. Stern
(1924:140) cuando dice que “‘children’s speech’ is not a lower grade of a perfected mastery
of language, but has a particular form of its own, like a ‘dialect’ which has its own laws of language and even its own special
beauties”.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Diarios de bebés
BRANDENBURG, G. (1915): “The
language of a three-year-old child”, Pedagogical
Seminary, 22, 89-120.
CHAMBERLAIN, A. & CHAMBERLAIN, I. (1904):
“Studies of a child”, Pedagogical
Seminary, 11, 264-91.
DARWIN, CH.
(1984 [1872]): La expresión de las
emociones en los animales y en el hombre,
Madrid: Alianza.
DARWIN, CH.
(1877): “A bibliographical sketch of an infant”, Mind, 2, 285-94.
LUKENS, H. (1894): “Preliminary report on the
learning of language”,
Pedagogical
Seminary, 3, 424-60.
NICE, M. (1917): “The speech
development of a child from eighteen months to six years”, Pedagogical Seminary, 24,
204-43.
PREYER, R. (1908 [1882]): El
alma del niño, Madrid: Ediciones Jorro. STERN, W. (1924): Psychology of Early Childhood up to the Sixth Year of
Age, New York: Holt.
TAINE, H. (1877): “On the acquisition of
language by children”, Mind,
2, 252-9.
Otras referencias
bibliográficas
ALONSO-CORTÉS FRADEJAS,
M.ª D. (2000): La
voz en la conversación: propuesta para el análisis de los rasgos del
paralenguaje, tesis doctoral inédita.
INGRAM, D. (1989): First Language
Acquisition. Method, description and explanation,
Cambridge: CUP.
POYATOS, F.
(1994): La comunicación no verbal,
Madrid: Istmo.
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